Un algoritmo es un conjunto metódico de pasos que puede ser usado para la realización de cálculos, la resolución de problemas y la toma de decisiones. En las últimas décadas los biólogos llegaron a la conclusión de que el ser humano en sí podría ser un bioalgoritmo. Un algoritmo altamente sofisticado que controla el 99% de las decisiones que toma y de sus conductas. Todo el cuerpo es una máquina computacional que envía datos bioquímicos al cerebro que los procesa y realiza cálculos que, en su gran mayoría, no son conscientes. Esos cálculos son influenciados por algoritmos que llamamos sensaciones, emociones, pensamientos y deseos y producen un resultado que se materializa en una conducta o una decisión.
Esos algoritmos extremadamente poderosos han sido constantemente evaluados y mejorados durante millones de años de evolución. Solamente las especies que tienen un buen algoritmo para un determinado ambiente tienen garantizada su supervivencia y dejan descendientes.
En los primeros 3 años el cerebro pasa de unos 400-500g de peso al nacer a unos 1000g a los 3 años de edad. Hay una actividad neuronal enorme y el nivel de plasticidad cerebral es muy alto porque todo lo que nos relaciona con el entorno es novedad. En ese periodo el número de sinapsis crece a una tasa enorme, llegando varios millones de nuevas conexiones por segundo. Si el cerebro no redujiese esa plasticidad, respondería a todas las variaciones del entorno y se volvería un cerebro muy ruidoso, funcionalmente muy costoso y poco preciso. Desde la infancia hasta bien avanzada la adolescencia se produce una “poda neuronal” que es especialmente intensa en edades tempranas y donde se pierden la mayoría de neuronas. Sigue el principio de “Use it or lose it”, lo que no se usa, se elimina y es un proceso modificable por las experiencias personales. Lo que somos está más relacionado con las conexiones que perdemos que con las que consolidamos.
La habilidad del cerebro de fortalecer los circuitos que más se usan y eliminar los no usados crea circuitos neuronales cada vez más específicos que pueden llegar a anticipar y predecir la relación con el exterior. Esto da más tiempo para planificar respuestas, que sean más precisas y económicas e inventar otras, en base a esas, que puedan ser mejores. Se trata de una forma de reducir el gasto energético y mejorar la eficiencia y la eficacia en la respuesta.
Y aquí nos encontramos con una paradoja, porque la repetición en la que se basa la capacidad predictiva más fiable del bioalgoritmo del cerebro para hacerse más eficiente y más eficaz se basa en la repetición. Esto reduce el desarrollo general del cerebro, el cual se da a través de la estimulación neuronal, la novedad. La adaptación te hace menos adaptable.
Los algoritmos predicen el futuro porque cuando se repite un patrón de conducta, la tendencia es repetirlo cada vez más. Nos gusta lo que ya conocemos. En esta realidad, es obvio que para que los algoritmos sean más efectivos deben procesar gran cantidad de información de cada individuo, pero también deben intentar que ese mismo individuo limite su nivel de variabilidad en las respuestas. De ahí surge la incomodidad y la fatiga al tener que aprender algo nuevo y la comodidad y el placer por algo ya conocido y más predecible.
Cada vez que vamos a movernos el cerebro anticipa los músculos implicados en el movimiento. Todo ello se debe adaptar a un entorno cambiante a intervalos muy cortos de tiempo. No se trata de un fenómeno secuencial organizado que sigue una pauta constante, se debe de actualizar y reorganizar a cada instante. Para predecir semejante cadena de eventos el cerebro guarda en su memoria los estímulos intero y exteroceptivos de experiencias previas iguales o similares que le puedan ayudar a implementar una respuesta rápida, eficaz y con el mínimo gasto de energía posible. Aunque se guardan de manera temporal, si se usan de forma repetida pueden devenir permanentes.
La especialización es necesaria para mejorar nuestras respuestas y para reducir el gasto energético, pero al no sustentarse en la misma medida en la estimulación neuronal, limita el desarrollo. Para la mayoría de actividades diarias necesitamos de la especialización pero solo a través de la estimulación es posible producir un aumento en el desarrollo neuronal por lo que debemos reservar un espacio al principal factor que produce esa estimulación, la novedad.
Los retos que suponen el vibrante estímulo de lo inesperado, de la novedad, el reto, la variedad y la variabilidad son fundamentales para el desarrollo del cerebro y de todo nuestro bioalgoritmo. La neuroplasticidad debe ser el foco en un programa de neuroejercicio y para ello es fundamental tener en cuenta el concepto de ejercicio enriquecido.